Por Mora Pagola
– Todavía queda un rato, mejor lo paso en la terraza – pensó.
Pasó media hora.
– Ya son las doce y media de la noche – dijo, mientras miraba el reloj de aguja en su muñeca.
Empezó a llover, primero una llovizna, pero después mucho más fuerte. Se encogió de hombros, no le importaba. Se sentó en la reja mojada de la terraza de espalda a la calle, los pies le colgaban un poco. Respiró hondo y dijo: – ¿En serio nadie se acordó? – y se quedó ahí afuera mientras la lluvia lo mojaba todo, y con las manos mojadas agarró el celular, lo prendió y miró; nada, ni una notificación, ni llamada perdida, ni siquiera un mensaje atrasado. Trató de pararse, pero resbaló y cayó de cabeza desde la terraza. Durante la caída, sintió las gotas de lluvia y el viento como si nunca antes las hubiera sentido, como si no recordara cómo se sienten.
Abrió los ojos, estaba en un ambiente totalmente diferente. No llovía, era frío y también cálido, no había luz y sin embargo parecía muy iluminado. Encontró al lado suyo un banco de plaza en el que se sentó. Eso era todo, no había más nada a su alrededor. Se sentía más ligero, como si toda la vida hubiera tenido un peso que ya no estaba; se dio cuenta de que ya no tenía su cuerpo y se veía como una luz blanca.
– ¿En dónde estoy? ¿Qué me pasó?
– Estás en un lugar que los mortales visitan más de lo que creen – dijo una vos misteriosa que venía de todos lados y de ninguno, y era aguda pero a la vez grave.
– ¿Y eso sería…? – preguntó.
– Que cuando algún otro mortal encuentre tu cuerpo, dirá que estás muerto.
– ¿Y así?, ¿ya está?, creí que me afectaría más.
– A todos les pasa lo mismo, dicen que esperaban que fuera más especial.
– ¿Y… ahora qué?
– Irás a otro cuerpo en el mundo mortal, olvidándote de esta vida, claro… ¡Ah, por cierto! Feliz cumpleaños, sé que en tu mundo celebran eso y era muy importante para vos, además es el último de esta vida.
– Ya no importa, supongo.
– Pero era una fecha que esperabas con ansias.
– Si, lo era, pero lo único que esperaba de ese día era una llamada o un mensaje, algo. Creí que ese día…. no importa.
Se hace un silencio incómodo que lo rompe la voz.
– En base a cómo ha sido tu vida, dependerá lo que te toque para la siguiente.
– ¿O sea que es verdad que se nos asigna una vida dependiendo de la vida pasada?
– No exactamente, no puedo darte un cuerpo determinado, o elegir a tu familia, pero puedo darte algo en lo que seas bueno.
– ¿Cómo sería?
– Podrás ser bueno en algo, lo que sea, pero puede que no exista en ese mundo, al menos no de la misma forma.
– No sé si quiero eso.
– También se puede, no con todas las almas, pero en tu caso sí puedo, que elijas un mundo al que ir, sólo dame la descripción y te enviaré.
– Entonces, si quisiera ir a un mundo con magia y escuelas que enseñen a manejarla, ¿podrías enviarme?
– Sí, podría, ¿pero eso es lo que quieres?
– ¿O sea que ese mundo sí existe, además de en los libros?
– Claro que existe, todas las historias contadas en los libros son reales, sólo que ocurren en otros mundos.
– ¿En serio?
– Sí. Como te dije antes, cuando se asigna una vida nueva se pierden todos los recuerdos de las anteriores, pero a veces pasa que, transcurrido un determinado tiempo, el alma empieza a recordar cosas de distintas vidas. A esas almas ustedes las llaman escritores.
– ¿Pero esas historias son imaginadas?, no pueden ser reales.
– No, lo que pasa es que los recuerdos suelen confundirse con la imaginación.
– No todos los escritores hablan de otros mundos.
– Porque los que no escriben de otros mundos, lo hacen del suyo, o sea en el que están viviendo ahora.
– ¿Qué pasa con los cuentos de terror, con esos monstruos e incluso muertes en algunos casos?
– Esos mundos también existen.
– ¿Y esos que cuentan que la muerte es diferente?
– También existen diferentes formas de lo que pasa con las almas, hay muchos cuidadores como yo, y de ellos depende el destino de esas almas. Por ejemplo, siempre que muera tu cuerpo, vendrás a verme, y eso no cambiará, sin importar a qué mundo vayas.
– ¿Pero esos libros no deberían ser muy diferentes entre sí? Hay algunos que parecen estar en el mismo mundo, pero con historias diferentes.
– Algunos se podrán parecer un poco, no te olvides de que en un mismo mundo se puede vivir de distintas maneras, ninguna vida es igual a otra. Hay muchísimos mundos, está claro que un alma no podrá visitarlos todos. Con cada vida mortal, el alma se desgasta.
– ¿Y qué pasa si un alma se desgasta tanto que no puede vivir más en el mundo mortal?
– Simple, estás hablando con una.
– ¿O sea que en algún momento yo también seré un cuidador?
– Sí, y tendrás almas a tu cargo, pero no te preocupes por eso, todavía eres un alma joven.
– ¿Y… los fantasmas son tuyos?
– Sí, las almas que cuido pueden ser fantasmas.
– ¿Por qué yo no lo soy?
– Porque las almas fantasmas se quedan en los mundos cuando les queda algo sin resolver de esa vida y vos viniste directo, eso significa que estás listo para cambiar de vida.
– Entonces en un mismo mundo las almas pueden tener diferentes destinos, ¿cierto?
– Sí.
– ¿Alguna vez volveré a mi mundo?
– No lo sé. Como ya te dije, hay más mundos de los que crees y, quién sabe, quizás cuando vuelvas, tu mundo ya no esté más.
– ¿A qué te referís?
– No es la primera vez que aparece un mundo así, ya ha habido muchos como este, aunque no duraron tanto.
– No entiendo.
– Mundos descartables, donde los seres pensantes confundieron lo que importa con lo que no. ¿A qué mundo querés ir?
– Quiero volver a este, no me doy por vencido tan fácilmente.
– ¿Estás seguro? Existen muchísimos, ¿no querés otro?
– No, quiero otra oportunidad con este.
– Es tu decisión. Dejemos de hablar de los mundos, ¿tenés otra pregunta?
– Sí, ¿qué pasa si muero antes de nacer?
– Eso no será posible, recién al nacer podrás entrar al cuerpo. ¿Nunca te preguntaste por qué los bebés lloran al nacer?, lloran porque es la reacción del alma al llegar al cuerpo. Aunque hay algunos bebés que no lloran, no quiere decir que no tengan alma, sino que reaccionan diferente.
– Pero, ¿no dicen que lloran porque se les destapa la nariz o algo así?
– Esa es la respuesta que ustedes le dieron, no significa que sea la real.
– Y… ¿por qué no recuerdo nada o muy poco de los primeros años, si ya estaba en esa vida?
– El alma y el recuerdo no son lo mismo. El recuerdo está en el alma, pero no es lo único. Es muy frágil, y para que tu mente vaya creciendo en esa vida es necesario que olvides cosas.
– Pero a veces uno no quiere olvidar una vida o cosas de ella.
– ¿Lo decís porque no querés olvidar esta vida?
– No, esta vida la quiero olvidar, pero me encantaría acordarme de esta conversación en alguna vida.
– Nunca se sabe.
– Antes de olvidar todo e irme, quiero saber qué pasó, ¿por qué morí?
– ¿Y esa pregunta de dónde viene?
– Recuerdo algo, pero tengo la sensación de que no es lo que pasó.
– Tenés razón, no pasó así.
– Entonces, ¿cómo pasó?
– Vos recordás que te patinaste y te caíste de la terraza, pero no fue así… Te tiraste.
– ¡No, no! ¡Yo no pude haber hecho eso!- exclamó asustado.
– Lamento decirte que lo hiciste – dijo con pesar.
– ¡No, no… no fue así!
Si algo o alguien estuviera mirando desde lejos, hubiera visto que por un momento esa lucecita blanca se volvió roja.
– La razón por la que no te acordás es que el recuerdo tiene un último mecanismo de protección que es recordar la muerte de la manera que menos duela, o incluso no recordarla.
– Pero… y esos fantasmas que quieren vengar su muerte…
– Ellos sí la recuerdan. El recuerdo cambia cuando dejas el mundo.
– ¿O sea que ellos podrían no recordar que fueron fantasmas?
– Exacto. La razón por la que ellos se quedaron en el mundo es su muerte. Al venir, ese dolor es olvidado.
– Esto es muy confuso, y ni siquiera puedo acordarme por qué lo hice.
– No necesitas recordarlo.
– ¿Por qué no?
– Ya no importa, es momento de que te vayas a tu nueva vida.
– Supongo que sí… – dijo resignado – ¿Cómo lo hago?
– Es fácil. Sólo relájate y no pienses en nada, sentirás mucha paz, de la nada ya no serás vos. Bueno, una parte tuya siempre estará ahí, pero serás diferente… Mira que no te quiero ver en mucho tiempo.
– Está bien, haré lo posible.
Se quedan en silencio, y de repente… todo se oscurece y aparece una luz muy brillante que lo arrastra hacia ella.
En algún lugar de la existencia, se escuchó esto de una voz conocida, que se parecía a todas y a la vez a ninguna…
– Parece que conseguiste lo que querías
¿Era la voz de la vida o de la muerte? O es que acaso son las dos, o mejor dicho, es una sola con los dos nombres, que seguramente prefiere que la llamen MUERVITEDA…