El Cementerio

Por Clara Baima

Un día como cualquier otro, me encontraba paseando por mi pueblo natal. Pasé frente al cementerio y decidí visitar a mi difunta abuela. Mientras me dirigía a la tumba, me percaté de que había un charco de sangre cerca de una tumba peculiar. Por mi curiosidad, decidí acercarme. La tumba pertenecía a un asesino nacido en el pueblo. Recuerdo haber oido que sus últimas palabras fueron: “No importa lo que hagan… regresaré”. Pensaba que lo había dicho para intimidar, pero yo soy de creer en lo paranormal. Entonces, mi pregunta es: Ese charco de sangre, ¿será una pista de su regreso?

            Fui hasta la tumba de mi abuela corriendo, me senté a su lado y le conté todo lo que acababa de pasar. Decidí volver a la noche. Cuando llegué a mi casa, me preparé una mochila mediana con lo esencial: dos botellas de agua, dos paquetes grandes de galletitas, una manta, mi celular y una linterna. A último momento, una hora y media antes de irme, agarré un cuchillo de cocina grande para defenderme. A las doce de la noche, me escapé de casa y me dirigí al cementerio. El aire era denso, y había bastante neblina, pero nada me detuvo.

            Al llegar me pareció raro que el cementerio estuviese abierto, pero la cerradura estaba ligeramente manchada de sangre. Me fui corriedo de nuevo a la tumbra de mi abuela, me acurruqué allí, me cubrí con la manta yagarré la linterna y el cuchillo. Si alguien me hubiera visto en ese momento, hubiera visto a una niña hablando sola, pero estaba hablando con mi abuela, para sentirme mejor.

            Empecé a escuchar ruidos no tan lejos de donde me encontraba, así que tapé la tumba con la mante y fui a investigar qué eran esos ruidos. Al principio pensé que había sido algún animal o el viento. Cuando llegué, los ruidos no cesaron, aunque en el lugar no había nada. Salvo por un cuchillo con una inscripción en el filo que decía: “Si guardás el secreto, seguirás viva”. Lo di vuelta y en el mango decía: “Seguiré tus órdenes”. ¿Quién iba a seguir mis órdenes? Sólo era una niña de 13 años con afición a lo paranormal.

            –¡¡ MUERSTRATE!! – grité con enojo.

            De repente, el cuchillo se suspendió en el aire junto a unos lentes que se empezaron a acercar. Mi mano estaba temblando, pero decidí agarrarlos y ponérmelos. Entonces vi un señor con las manos y la ropa llenas de sangre que se dirigió a mí con un gesto de respeto.

  • A tus órdenes…

No sabía qué decir, un asesino estaba bajo mis órdenes…

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